sábado, 29 de agosto de 2009

EL CAZADOR.

Fotografía cedida por un cazador. Taju, Gran Canaria. Fecha de realización 2005.

Entre las motivaciones del profesional primitivo y del cazador aficionado contemporáneo hay que distinguir por lo menos dos tipos. El primero tiene su origen en lo hondo de la experiencia humana. En la acción de cazar el hombre vuelve, siquiera brevemente, a ser parte de la naturaleza, al estado natural; se hace uno con el animal y se libra del fardo de la escisión de la existencia; ser parte de la naturaleza y trascenderla por virtud de su conciencia. Cuando persigue el hombre al animal, uno y otro devienen iguales, aunque al final el hombre demuestra su superioridad con el manejo de sus armas. En el hombre primitivo esta experiencia es plenamente consciente. Disfrazándose de animal y considerando un animal a su ancestro, hace explícita la identificación. Para el hombre contemporáneo, con su orientación cerebral, esta experiencia de ser uno con la naturaleza es difícil de verbalizar y de sentir, pero aún se mantiene viva en muchos seres humanos.
Anatomía de la destructividad humana. Erich Fromm.

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