sábado, 29 de agosto de 2009

EL CAZADOR.

Fotografía cedida por un cazador. Taju, Gran Canaria. Fecha de realización 2005.

Entre las motivaciones del profesional primitivo y del cazador aficionado contemporáneo hay que distinguir por lo menos dos tipos. El primero tiene su origen en lo hondo de la experiencia humana. En la acción de cazar el hombre vuelve, siquiera brevemente, a ser parte de la naturaleza, al estado natural; se hace uno con el animal y se libra del fardo de la escisión de la existencia; ser parte de la naturaleza y trascenderla por virtud de su conciencia. Cuando persigue el hombre al animal, uno y otro devienen iguales, aunque al final el hombre demuestra su superioridad con el manejo de sus armas. En el hombre primitivo esta experiencia es plenamente consciente. Disfrazándose de animal y considerando un animal a su ancestro, hace explícita la identificación. Para el hombre contemporáneo, con su orientación cerebral, esta experiencia de ser uno con la naturaleza es difícil de verbalizar y de sentir, pero aún se mantiene viva en muchos seres humanos.
Anatomía de la destructividad humana. Erich Fromm.

sábado, 11 de julio de 2009

"El cuerpo de los condenados", 2009.
Soporte de madera, técnica mixta.
74 cm. x 101 cm.
"El buen encauzamiento", 2009.
Soporte de madera, lápiz compuesto y carbón.
92 cm. x 145 cm.

Walhausen, en los albores del siglo XVII, hablaba de “recta disciplina” como de un arte del “buen encauzamiento de la conducta”. El poder disciplinario, en efecto es un poder que, en lugar de sacar y de retirar, tiene como función principal la de “enderezar conductas”, o sin duda, de hacer esto para retirar mejor y sacar más. No encadena las fuerzas para reducirlas; lo hace de manera que a la vez pueda multiplicarlas y usarlas. En lugar de plegar uniformemente y en masa todo lo que le está sometido, separa, analiza, diferencia, lleva sus procedimientos de descomposición hasta las singularidades necesarias y suficientes. “Encauza” las multitudes móviles, confusas, inútiles de cuerpos y de fuerzas en una multiplicidad de elementos individuales­­_ pequeñas células separadas, autonomías orgánicas, identidades y continuidades genéticas, segmentos combinatorios. La disciplina “fabrica” individuos; es la técnica específica de un poder que se da los individuos a la vez como objetos y como instrumentos de su ejercicio. No es un poder triunfante que a partir de su propio exceso pueda fiarse de su superpotencia; es un poder modesto, suspicaz, que funciona según el modelo de una economía calculada pero permanente. Humildes modalidades, procedimientos menores, si se comparan con los rituales majestuosos de la soberanía o con los grandes aparatos del Estado. Y son ellos precisamente los que van a invadir poco a poco esas formas mayores, a modificar sus mecanismos y a imponer sus procedimientos. El aparato judicial no escapará de esta invasión apenas secreta. El éxito del poder disciplinario se debe sin duda al uso de instrumentos simples; la inspección jerárquica, la sanción normalizadota y su combinación en un procedimiento que le es específico; el examen.

Michel Foucault, “Vigilar y castigar”. Nacimiento de la prisión. Disciplina, Pág. 175.
"Ataviar", 2009.
Soporte de madera, técnica mixta.
130 cm. x 100 cm.
"Panóptico", 2009.
Soporte de madera, lápiz compuesto.
90 cm. x 121 cm.
"Disciplina", 2009.
Soporte de madera, lápiz compuesto.
100 cm. x 115 cm.

"Disciplina", 2009.
Soporte de madera, técnica mixta.
82,5 cm. x 1,10 cm.

"Disciplina", 2009.
Soporte de madera, técnica mixta.
82,05cm. x 1,10 cm.

"Disciplina", 2009.
Soporte de madera, lápiz compuesto.
70 cm. x 100 cm.






"Economía del castigo", 2009.
Soporte de madera, técnica mixta.
42,5 cm. x 61,5 cm.

“incluso si no apelan a castigos violentos o sangrientos, incluso cuando utilizan los métodos “suaves” que encierran o corrigen, siempre es del cuerpo del que se trata, del cuerpo y de sus fuerzas, de su utilidad y de su docilidad, de su distribución y de su sumisión. Las relaciones de poder operan sobre él una presa inmediata; lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de él unos signos”.
Michel Foucault, “Vigilar y castigar”. Nacimiento de la prisión.